
- …
- Ya no sé qué tengo que hacer, ni en quién puedo confiar. Cada vez todo va peor, y todo porque decidí cambiar.
Me voy a acostar y a dejar de ponerme la mano en la cabeza, voy a achacar todo esto a que estoy borracho y mi vida es una mierda…
- Sé que suena a tópico y que te lo he dicho muchas veces, pero… puedes confiar en mí.
- No es que yo quiera o no, yo puedo querer muchas cosas, pero ya no es cuestión de lo que yo quiera.
- Entonces, ¿de qué es cuestión?
- De hechos.
- ¿No te lo he demostrado?
- No es por ti, es por el mundo. El mundo hace cosas que no entiendo. Cosas que no quiero entender y no me apetece confiar en nadie, en nadie que no sea yo o en alguien que no pueda hacer nada.
- Es que tú piensas que no hay nadie en quién confiar, pero siempre hay alguien.
- Sé que hay gente en la que puedo confiar, pero no sé si quiero. No sé nada…
- …
- Yo tenía un personaje de puta madre, ¿sabes? Tenía un castillo genial, alto. Nadie era capaz de saltar las murallas. Y, un día, dejé una rendija; abrí una puerta. Y alguien entró. Me convenció de que tirase las murallas y yo me convencí de que hacía falta tirarlas. Las he tirado y ha venido el asedio… Me he tirado las murallas sin darme tiempo a salir. Y, lo peor, es que ha sido sin querer.
- Y, entonces, ¿qué harás ahora?
- Pues supongo que llorar. O inventarme un castillo nuevo. O ponerme la mano en la cabeza y ser más víctima que nunca.
- ¿Y por qué no intentas quitar los escombros?
- No tengo ganas de quitar los escombros yo; quiero que alguien me quite los escombros… De hecho, quiero que quien yo quiera me quite los escombros.
- ¿Y quién quieres que sea?
- Es todo superbonito, pero las princesas acaban comiendo yogures de soja. Porque se hacen modernas.
- ¿No te queda ilusión?
- Se ha caído con el castillo. Y la putada es que era un palacio tan bonito… que no voy a saber reconstruirlo y, si lo hago, no va a quedar igual.
- Bueno, puede ser mejor…
- No quiero más castillos.
- Entonces, ¿no vas a ser capaz de retirar los escombros y volver a empezar?
- No quiero ser capaz. No quiero.
- ¿Para qué? ¿Para seguir siempre con tu mano en la cabeza?
- No. Para seguir pensando que alguien vendrá a rescatarme.
- ¿Y aún no sabes quién es ese alguien?
- No sé si quiero.
- ¿Cómo que no sabes si quieres? ¡Sí quieres!
- Lo que tú quieras…
- Tienes que salir del hoyo…
- No estoy en ningún hoyo. El problema es que estoy en la realidad. Y no me gusta. No me gusta.
- Quizás no miras toda la realidad.
- ¿Y qué parte quieres que mire? ¿La de que estoy solo? ¿La de que no sé confiar en los demás? ¿La de que soy una mentira y me da miedo decirlo en voz alta?
- A mucha gente le pasa eso y es porque ha sufrido antes…
- No me ha pasado nada, pero es más fácil.
- Pues entonces es que eres un egoísta.
- Soy un montón de cosas que no me atrevería a decir. Me consideráis un montón de cosas que no soy. No quiero ser valiente. No quiero ser nada.
- Pues entonces algo tendrás que hacer.
- Te puedo construir un castillo de la hostia…
- Menos castillos y más cojones, más cojones.
...